jueves, 30 de septiembre de 2010

Silicona Sexy


Acabo de terminar mi ciclo particular de cine siliconado. En concreto para los que no están muy duchos en la materia les diré que se trata de cine con protagonistas de ese material. No, no se trata de efectos especiales ni nada de eso, así que descartar “FX efectos mortales” como una de las posibles integrantes de mi ciclo cinéfilo. Se compone de pelis con muñecas hinchables, ya lo he dicho… Y no, tampoco es que me haya hartado de cine prono friki ni nada por el estilo. El tema es que tenía desde hace mucho una película que tenía interés en ver, porque no sé donde ni cuando leí o vi algo sobre ella y me pareció cuando menos curiosa. Hablo de “Lars y una chica de verdad”. Tiempo después oí hablar de otra con una temática semejante “Air doll”, así que me hice también con ella. Y el otro día, llevado, sin duda, por un momento de enajenación mental transitoria me puse la primera. Los resultados no debieron ser tan malos cuando hace apenas un rato he terminado con la segunda y puesto fin a mi mini-ciclo temático de silicona sexy.

Hay diferencias entre ambas películas. En parte por su nacionalidad, una estadounidense(Lars y una chica de verdad) y la otra japonesa (Air doll), y en parte por el papel que juegan sus protagonistas siliconadas. Lo que comparten las dos es su objetivo, dar una visión de la soledad en las sociedades actuales.

La estadounidense tiene ese inevitable tono pastel o dulzón que suele impregnar mucho de su cine. Aún así no deja de tener unas buenas interpretaciones, obtuvo una nominacion al Globo de Oro al mejor actor de comedia o musical, y también estuvo nominada al Oscar al mejor guión original. Por contra la japonesa es la típica película que hace las delicias de los críticos, pero que no es bien recibida por el público en general. Aunque sin duda es mucho más crítica, intensa e interesante y aporta una visión más amplia, con más inquietudes y mucha más originalidad que su homóloga estadounidense.

Sinceramente estas dos películas no creo que las vaya recordar dentro de mucho. Pasarán, como mucho, a ser recomendaciones puntuales más debido a su componente friki-curioso que a otra cosa. O tal vez me servirán como recurso para animar conversaciones tediosas o perogrúllamente para hacerme el interesante mostrando mis absurdas inquietudes.

Así que, si tenéis curiosidad por ver otro cine o simplemente para decirme que Air doll es una delicia y que soy un simple que no tiene sensibilidad. Veros las pelis y comentar, que será un gusto discrepar, o tal vez no, con vosotros, mis benditos lectores.

Nota del autor: He tratado de ilustrar este post con un par de imágenes bizarras relacionadas de alguna manera, según mi extraño criterio, con el tema que se trataba, pero el mecanismo, plugin, que gestiona la carga de las mismas dice que no quiere. Quién sabe, quizás sea un daño colateral de los piquetes huleguistas de ayer. ;o)

sábado, 4 de septiembre de 2010

El aprendiz de timador


Hoy casi me timan. Digo casi, aunque casi timo yo al timador. Ahora, debo confesar que todo de manera casi inconsciente y como uno ni de cerca es un profesional del timo, pues me ha pillado y hasta el timador me ha acabado llamando, todo ofendido, mentiroso. ¡¡Qué paradoja!! Y lo peor de todo es que me ha acabado jodiendo, no el no poder triunfar en mi intento casi inconsciente de timo, sino el estar apunto de aprovecharme del timador y que éste me lo recriminará. Lo sé, esto empieza a ser kafquiano, trataré de empezar por el principio para los que tengan curiosidad y ganas de leer.

Iba por la calle cuando desde un coche me llamaba un tipo. Pensaba que se trataría de alguna duda sobre la localización de un hotel o algo semejante, ya que el tipo tenía acento extranjero. Resulto hablar medio en italiano, medio en español y muy, muy rápido. Condición básica de todo timador para no dejarte pensar. Comenzó explicando un rollo para contextualizarse y que no resultará raro que me pusiera casi en mi mano una bolsa de una conocida marca de ropa de lujo con dos chaquetones dentro, supuestamente de dicha marca. Digo supuestamente porque apenas llegué a vislumbrar que lo que parecía haber dentro eran dos prendas de vestir, pero ni pude determinar si eran chaquetones, faldas o camisas. Y mucho menos su calidad, talla o cualquier otra característica. Pero claro, como en principio me lo regalaba porque sí, pues, como se suele decir; A caballo regalado no le mires el diente. Y aquí es donde llega el truco. A continuación con las supuestas chaquetas en tu poder se descuelga con que se va a Barcelona y casualmente no lleva pasta y tiene el depósito medio vacío, por lo que te pide directamente algún billete para gasolina... Aquí está el timo. Yo ya lo conocía, pero hasta llegar a este punto no fui consciente de que estaba haciendo el papel de primo.

Recuerdo que cuando conocí ese timo me enfureció una barbaridad, ya que se aprovecharon de un familiar mío, que por su edad, era como una cría de gacela para un experimentado león de la sabana africana. Y lo que son las cosas de la vida, resulta que años después me encuentro con un listo que trata de hacerme la misma jugada. Este pensamiento, en lo fugaz del momento, apenas llegó a correr por mi cabeza, por lo que mi reacción no tenía un ápice de venganza, sino que se trataba de un gesto intuitivo, realmente pensaba algo como: “Una mierda te voy a dar un puto duro (Euro) por algo que me has regalado (supuesta promoción), que sé que acabará siendo una prenda de bajísima calidad y muy probablemente robada, a la que tratas de sacarle provecho, haciendo que me ablande con tu gesto y te suelte la pasta”.

Como os he comentado al final el tipo termina enojado y llamándome mentiroso, no sin razón, todo sea dicho, y con un sentimiento ciertamente hiriente, que reflejaba la frustración de su fallido intento y mi aparente descarada racanería. Y todo porque mi argumento ante su directo intento de sacarme la pasta fue decir que sólo llevaba monedas. Y para dar más veracidad a mis palabras, que mi sencilla, aunque plausible, cara de honrado, acabé enseñándole el monedero de mi cartera, para pasar a volcarlo y ofrecerle las pocas monedas que contenía, menos de 4€ por sus chaquetas de “lujo”, con un par de cojones. Y ahí es cuando salta la liebre, o mejor dicho asoma, en concreto en forma de billete de 20€ que llevaba (uno que es pobre) en uno de los compartimentos de mi cartera. Y eso fue lo que acabó desencadenando su enojo contra mí.

Por supuesto, después de toda la carrera, no hubo ni regalo ni transacción. Acabé devolviéndole las chaquetas para después seguir mi camino al tiempo que le llamaba timador, mientras él se alejaba en su coche a la vez maldiciendo en chino. Y en ese instante fue cuando de verdad me vi como un pardillo, porque me sentí realmente mal ante el improperio con el que me calificaba de mentiroso. Pude haberme sentido orgulloso de casi devolver la jugada que le hicieron a mi familiar años antes, pude haberme sentido satisfecho por no haberme dejado timar, pero no, por contra me sentía mal por mi “mala” acción hacía mi timador y ofendido por su reproche. En ese momento y aún ahora me sorprendo de lo gilipollas que puedo llegar a ser, pero carajo, soy así de pardillo, aunque no me guste tengo que admitirlo.

Llegados a este punto pido que si entre mis lectores ocasionales, pocos, hay algún psicólogo, psiquiatra o alguien que quiera hacer de tal, o si por una de aquellas se presenta alguno por casualidad, agradeceré que me deje un comentario y me dé su diagnóstico. Si soy gilipollas, que de alguna forma estoy convencido que lo soy, lo aceptaré. Y si mi comportamiento reviste algo de normalidad, aunque sea sólo un poco, agradeceré saberlo. No sé si me sentiré mejor, que ya se sabe que mal de muchos consuelo de tontos, pero creo que algo por poco que sea me hará.

Y ahora ya sabéis, a caballo regalado... Siempre mirar los dientes y esconder bien los billetes.

Tal vez también te interese leer...