sábado, 4 de septiembre de 2010

El aprendiz de timador


Hoy casi me timan. Digo casi, aunque casi timo yo al timador. Ahora, debo confesar que todo de manera casi inconsciente y como uno ni de cerca es un profesional del timo, pues me ha pillado y hasta el timador me ha acabado llamando, todo ofendido, mentiroso. ¡¡Qué paradoja!! Y lo peor de todo es que me ha acabado jodiendo, no el no poder triunfar en mi intento casi inconsciente de timo, sino el estar apunto de aprovecharme del timador y que éste me lo recriminará. Lo sé, esto empieza a ser kafquiano, trataré de empezar por el principio para los que tengan curiosidad y ganas de leer.

Iba por la calle cuando desde un coche me llamaba un tipo. Pensaba que se trataría de alguna duda sobre la localización de un hotel o algo semejante, ya que el tipo tenía acento extranjero. Resulto hablar medio en italiano, medio en español y muy, muy rápido. Condición básica de todo timador para no dejarte pensar. Comenzó explicando un rollo para contextualizarse y que no resultará raro que me pusiera casi en mi mano una bolsa de una conocida marca de ropa de lujo con dos chaquetones dentro, supuestamente de dicha marca. Digo supuestamente porque apenas llegué a vislumbrar que lo que parecía haber dentro eran dos prendas de vestir, pero ni pude determinar si eran chaquetones, faldas o camisas. Y mucho menos su calidad, talla o cualquier otra característica. Pero claro, como en principio me lo regalaba porque sí, pues, como se suele decir; A caballo regalado no le mires el diente. Y aquí es donde llega el truco. A continuación con las supuestas chaquetas en tu poder se descuelga con que se va a Barcelona y casualmente no lleva pasta y tiene el depósito medio vacío, por lo que te pide directamente algún billete para gasolina... Aquí está el timo. Yo ya lo conocía, pero hasta llegar a este punto no fui consciente de que estaba haciendo el papel de primo.

Recuerdo que cuando conocí ese timo me enfureció una barbaridad, ya que se aprovecharon de un familiar mío, que por su edad, era como una cría de gacela para un experimentado león de la sabana africana. Y lo que son las cosas de la vida, resulta que años después me encuentro con un listo que trata de hacerme la misma jugada. Este pensamiento, en lo fugaz del momento, apenas llegó a correr por mi cabeza, por lo que mi reacción no tenía un ápice de venganza, sino que se trataba de un gesto intuitivo, realmente pensaba algo como: “Una mierda te voy a dar un puto duro (Euro) por algo que me has regalado (supuesta promoción), que sé que acabará siendo una prenda de bajísima calidad y muy probablemente robada, a la que tratas de sacarle provecho, haciendo que me ablande con tu gesto y te suelte la pasta”.

Como os he comentado al final el tipo termina enojado y llamándome mentiroso, no sin razón, todo sea dicho, y con un sentimiento ciertamente hiriente, que reflejaba la frustración de su fallido intento y mi aparente descarada racanería. Y todo porque mi argumento ante su directo intento de sacarme la pasta fue decir que sólo llevaba monedas. Y para dar más veracidad a mis palabras, que mi sencilla, aunque plausible, cara de honrado, acabé enseñándole el monedero de mi cartera, para pasar a volcarlo y ofrecerle las pocas monedas que contenía, menos de 4€ por sus chaquetas de “lujo”, con un par de cojones. Y ahí es cuando salta la liebre, o mejor dicho asoma, en concreto en forma de billete de 20€ que llevaba (uno que es pobre) en uno de los compartimentos de mi cartera. Y eso fue lo que acabó desencadenando su enojo contra mí.

Por supuesto, después de toda la carrera, no hubo ni regalo ni transacción. Acabé devolviéndole las chaquetas para después seguir mi camino al tiempo que le llamaba timador, mientras él se alejaba en su coche a la vez maldiciendo en chino. Y en ese instante fue cuando de verdad me vi como un pardillo, porque me sentí realmente mal ante el improperio con el que me calificaba de mentiroso. Pude haberme sentido orgulloso de casi devolver la jugada que le hicieron a mi familiar años antes, pude haberme sentido satisfecho por no haberme dejado timar, pero no, por contra me sentía mal por mi “mala” acción hacía mi timador y ofendido por su reproche. En ese momento y aún ahora me sorprendo de lo gilipollas que puedo llegar a ser, pero carajo, soy así de pardillo, aunque no me guste tengo que admitirlo.

Llegados a este punto pido que si entre mis lectores ocasionales, pocos, hay algún psicólogo, psiquiatra o alguien que quiera hacer de tal, o si por una de aquellas se presenta alguno por casualidad, agradeceré que me deje un comentario y me dé su diagnóstico. Si soy gilipollas, que de alguna forma estoy convencido que lo soy, lo aceptaré. Y si mi comportamiento reviste algo de normalidad, aunque sea sólo un poco, agradeceré saberlo. No sé si me sentiré mejor, que ya se sabe que mal de muchos consuelo de tontos, pero creo que algo por poco que sea me hará.

Y ahora ya sabéis, a caballo regalado... Siempre mirar los dientes y esconder bien los billetes.

16 comentarios:

  1. Hola Rey ¿sabes por que se les mira los dientes a los camellos? porque reflejan la edad y las hembras solo paren una vez en su vida y luego solo las usan para carne. Por lo tanto, la edad es fundamental para la transacción económica o el trueque(habría para un extenso análisis). Todo esto viene a cuento de los dientes de las pobres bestias regaladas.
    ¿Solicitaste un psicoanalista para esa tontada del timador? Da para un guión de Woody. No le des ni dos minutos en tu cerebro al asunto. Yo sé quien me la va a clavar desde lejos, tengo un sentido especial para eso.
    No te puedo confirmar si eres o no gilipuertas, pero de lo que si estoy segura es de que actuaste desde el instinto natural de todo ser humano. Tu reacción no ha sido una acción pensada, medida y planificada, sin embargo la del timador sí. Vigilan, escogen, tientan y casi siempre logran lo que se proponen. Pues esta vez encontraron oposición para su fechoría. En cuanto a tu allegado timado, piensa que le tocó vivir eso y seguro que la experiencia le ha servido tanto como a ti, no seas redentor.

    Un bso grande y gordo,

    T.

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  2. Tula gracias por la curiosidad de los dientes. Siempre detrás de todo refrán o frase hecha hay una curiosa historia.

    No, no solicite un psicoanalista... Pero me resulto raro verme así de contrariado... Buah... La verdad que algunas de las cosas que me pasan encajarían seguro en alguna escena de las pelis de W.Allen. ¿Será por eso que me gusta tanto?

    Y sí, yo también tengo cierto sentido arácnido, como Spiderman, para detectar a los piezas.

    Y como bien dices, ya tengo una experiencia más... De todo se aprende, y a veces más de las cosas malas. :oO

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  3. Años atrás, en una tarde-noche, fui a un bar argentino en El Carmen a ver en directo el derby River-boca. En el entretiempo, nervioso como en cada derby, salí a la calle a hablar por el móvil. Estaba sobre la calle Caballeros y entonces un moro pasa cerca mío y me saluda. Un poco desconcertado y mientras seguía hablando por teléfono, recordé que un tiempo antes había compartido equipo en una pachanga en el río con un moro y pensé que podía ser él. Además, me dije, como inmigrante que yo mismo soy no puedo desconfiar de otro inmigrante simplemente por esa condición. Enseguida me di cuenta de que no era el mismo tipo, y mientras terminaba de hablar, decidí seguirle la corriente. Me puse a hablar y pensé “este me quiere robar, pero yo voy a ser más listo que él. Le voy a demostrar que si él tiene calle, yo también”. Así, en plan amo de los arrabales, le di conversación, poniendo mi mano sobre el bolsillo izquierdo de mi bermuda, donde tenía un billete de 20 euros (no, no uso billetera ni cosas parecidas. Llevo el dinero en los bolsillos, hecho jirones, como los mendigos). Con el dinero controlado, eso pensé, hablé un poco con el pibe ese. Yo estaba convencido de que estaba todo bajo control y de repente el chaval me coge la camiseta por el pecho y me dice algo tipo “Me gusta tu camiseta. ¿Es la de River?”. Y en el momento en que me agarró de la camiseta, escuché el crujir de un billete. Le agarré de la muñeca y le pedí que abriera la mano. El chaval empezó a reírse y a preguntarme que para qué quería que la abriera. Ya más serio, le exigí que la abriera. Y cuando lo hizo, vi mi billetito azul de 20 euros. El muy cabrón se seguí a riendo socarronamente. Cogí el billete, lo mandé a tomar por culo y me volví al bar a seguir viendo el partido. Al salir, lo volví a cruzar por Caballeros. El muy cabrón me seguía mirando y sonriendo socarronamente. Hasta el día de hoy no sé como carajos lo hizo. Y aunque no me robó (por pura suerte, por ese pequeño error de él) me supuso un tremendo baño de humildad. Yo sabía lo que él quería hacer y me la quise dar de hombre de la calle. “Cuando este viene, yo ya fui y volví dos veces”, pensé. Lo cierto es que fue al revés. Cuando yo puse mi mano sobre el bolsillo, el ya había metido dentro la suya y sacado el billete. Desde entonces, ya no juego a ser el más listo de la clase. Y, lo siento por los moros, pero me he vuelto mucho más desconfiado con ellos (y no sólo por este episodio) y también con otros figuras que te abordan sin más por la calle.

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  4. Años atrás, en una tarde-noche, fui a un bar argentino en El Carmen a ver en directo el derby River-boca. En el entretiempo, nervioso como en cada derby, salí a la calle a hablar por el móvil. Estaba sobre la calle Caballeros y entonces un moro pasa cerca mío y me saluda. Un poco desconcertado y mientras seguía hablando por teléfono, recordé que un tiempo antes había compartido equipo en una pachanga en el río con un moro y pensé que podía ser él. Además, me dije, como inmigrante que yo mismo soy no puedo desconfiar de otro inmigrante simplemente por esa condición. Enseguida me di cuenta de que no era el mismo tipo, y mientras terminaba de hablar, decidí seguirle la corriente. Me puse a hablar y pensé “este me quiere robar, pero yo voy a ser más listo que él. Le voy a demostrar que si él tiene calle, yo también”. Así, en plan amo de los arrabales, le di conversación, poniendo mi mano sobre el bolsillo izquierdo de mi bermuda, donde tenía un billete de 20 euros (no, no uso billetera ni cosas parecidas. Llevo el dinero en los bolsillos, hecho jirones, como los mendigos). Con el dinero controlado, eso pensé, hablé un poco con el pibe ese. Yo estaba convencido de que estaba todo bajo control y de repente el chaval me coge la camiseta por el pecho y me dice algo tipo “Me gusta tu camiseta. ¿Es la de River?”. Y en el momento en que me agarró de la camiseta, escuché el crujir de un billete. Le agarré de la muñeca y le pedí que abriera la mano. El chaval empezó a reírse y a preguntarme que para qué quería que la abriera. Ya más serio, le exigí que la abriera. Y cuando lo hizo, vi mi billetito azul de 20 euros. El muy cabrón se seguí a riendo socarronamente. Cogí el billete, lo mandé a tomar por culo y me volví al bar a seguir viendo el partido. Al salir, lo volví a cruzar por Caballeros. El muy cabrón me seguía mirando y sonriendo socarronamente. Hasta el día de hoy no sé como carajos lo hizo. Y aunque no me robó (por pura suerte, por ese pequeño error de él) me supuso un tremendo baño de humildad. Yo sabía lo que él quería hacer y me la quise dar de hombre de la calle. “Cuando este viene, yo ya fui y volví dos veces”, pensé. Lo cierto es que fue al revés. Cuando yo puse mi mano sobre el bolsillo, el ya había metido dentro la suya y sacado el billete. Desde entonces, ya no juego a ser el más listo de la clase. Y, lo siento por los moros, pero me he vuelto mucho más desconfiado con ellos (y no sólo por este episodio) y también con otros figuras que te abordan sin más por la calle.

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  5. Años atrás, en una tarde-noche, fui a un bar argentino en El Carmen a ver en directo el derby River-boca. En el entretiempo, nervioso como en cada derby, salí a la calle a hablar por el móvil. Estaba sobre la calle Caballeros y entonces un moro pasa cerca mío y me saluda. Un poco desconcertado y mientras seguía hablando por teléfono, recordé que un tiempo antes había compartido equipo en una pachanga en el río con un moro y pensé que podía ser él. Además, me dije, como inmigrante que yo mismo soy no puedo desconfiar de otro inmigrante simplemente por esa condición. Enseguida me di cuenta de que no era el mismo tipo, y mientras terminaba de hablar, decidí seguirle la corriente. Me puse a hablar y pensé “este me quiere robar, pero yo voy a ser más listo que él. Le voy a demostrar que si él tiene calle, yo también”. Así, en plan amo de los arrabales, le di conversación, poniendo mi mano sobre el bolsillo izquierdo de mi bermuda, donde tenía un billete de 20 euros (no, no uso billetera ni cosas parecidas. Llevo el dinero en los bolsillos, hecho jirones, como los mendigos). Con el dinero controlado, eso pensé, hablé un poco con el pibe ese. Yo estaba convencido de que estaba todo bajo control y de repente el chaval me coge la camiseta por el pecho y me dice algo tipo “Me gusta tu camiseta. ¿Es la de River?”. Y en el momento en que me agarró de la camiseta, escuché el crujir de un billete. Le agarré de la muñeca y le pedí que abriera la mano. El chaval empezó a reírse y a preguntarme que para qué quería que la abriera. Ya más serio, le exigí que la abriera. Y cuando lo hizo, vi mi billetito azul de 20 euros. El muy cabrón se seguí a riendo socarronamente. Cogí el billete, lo mandé a tomar por culo y me volví al bar a seguir viendo el partido. Al salir, lo volví a cruzar por Caballeros. El muy cabrón me seguía mirando y sonriendo socarronamente. Hasta el día de hoy no sé como carajos lo hizo. Y aunque no me robó (por pura suerte, por ese pequeño error de él) me supuso un tremendo baño de humildad. Yo sabía lo que él quería hacer y me la quise dar de hombre de la calle. “Cuando este viene, yo ya fui y volví dos veces”, pensé. Lo cierto es que fue al revés. Cuando yo puse mi mano sobre el bolsillo, el ya había metido dentro la suya y sacado el billete. Desde entonces, ya no juego a ser el más listo de la clase. Y, lo siento por los moros, pero me he vuelto mucho más desconfiado con ellos (y no sólo por este episodio) y también con otros figuras que te abordan sin más por la calle.

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  6. Buena historia Lucio!!

    La verdad que en la vida es preferible ir con el chip de humilde activado. Yo procuro hacerlo, aunque a veces me deje llevar por situaciones puntuales como te ha pasado a ti. Suerte al menos que no perdiste la pasta y además aprendiste una lección. ;o)

    Hablando de otro tema... Ya comenzó Sons of Anarchy. ;o)

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  7. ¡¿Ya empezó Sons...?! ´Jolín, había leído antes del verano en el blog del creador de la serie que en septiembre comenzarían recién con el rodaje. Pues ya sé qué le pediré esta noche a Seriesyonkis. También tengo que ver The Big C, con mi admirada Laura Linney (dicen que está bien la serie, aunque mientras esté ella, puedo incluso ver Gran Hermano)

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  8. Lucio, yo ya descargué el segundo capítulo (laguaridadelmarciano.blogspot.com)... Y por cierto vaya final del primero, que imagino que ya habrás visto. :oO

    Respecto a la serie de Laura Linney, ya me cuentas, que le doy un notable alto, por no darte un sobresaliente, que se te sube a la cabeza, a tus gustos serie-cinéfilos. ;o)

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  9. Hello Rey ¿no sabriais de quien es el tema de la serie que anuncian en tnt "Wallander", ando buscando como loca. Si tu o alguno de los tuyos lo sabe, por dios, el santoral y la corte celestial en pleno, que me lo diga. Os veo puestos en series.

    bss Tula

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  10. S te refieres a la que aparece en los títulos de crédito es: Nostalgia de Emily Barker & The Red Clay Halo. Youtube ha hablado!!

    http://www.youtube.com/watch?v=bNtZR8gR9aQ&feature=related

    Es muy chula, la serie es muy buena y el amigo Kenneth Branagh (o como se escriba) se sale. Me encanto!

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  11. Rey, gracias por el yotu pero no es, busco el tema de jazz que sale en el anuncio de tnt de la serie.

    bszo

    ¿en que tejado esta la pelota?

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  12. Sorry, no tengo el canal TNT. Si no me das más pistas es difícil...

    La pelota de nuevo en mi tejaico. :oO

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  13. Jajajaja. Me haces reir. Eso del psicoanálisis pues.... no será psicoanálisis, pero yo creo que es de lo más normal que casi hayas caído. Ahora... que hayas terminado sintiéndote mal por lo que pasó, no se pues! Me parece que a lo mejor eres demasiado bueno, haciendo honor a tu honesto rostro o como hayas dicho :P

    saludos!!

    MoN

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  14. MoN, no sé si será mi cara de honesto o qué, pero lo que está claro es que me falta sacar más a menudo la mala leche a pasear. No con todo el mundo, por supuesto, pero sí con este tipo de gente como el timador del que hablaba. Porque tener tengo carácter, pero guardadito y a veces creo que es bueno tenerlo más accesible. Habrá que corregir esos asuntos, aunque con los años es cada vez más difícil cambiar los hábitos, tanto los buenos como los malos.

    Sea como sea, al menos me alegra que te haya hecho reir. ;o)

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  15. Genial! Eso quiere decir que de alguna manera transmito mi estilo personal a lo literario. Me gusta!!

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