Hace algunas semanas cerró otro pequeño cine en la ciudad. Ya van no sé cuantos, uno a uno han ido extinguiéndose por la presión de las multi-salas de los centros comerciales o de grandes complejos de cines con las últimas tecnologías. No es que desmerezca a éstos, pero recordar las salas de toda la vida me produce cierta añoranza. Para esto quizás soy algo romántico, pero es que recuerdo muchas películas que vi en determinados cines. Ya sé que puede parecer exagerado pero es así. Supongo que se deberá al buen recuerdo que me dejaron o tal vez a la casualidad, que sé yo, pero lo cierto es que recuerdo como si fuera ayer cuando empecé a engancharme al cine argentino con “El Mismo amor, la misma lluvia” y “Tiempo de Valientes” en el Artis. Un pequeño cine que se encontraba casi en el subsuelo del también desaparecido y entonces más amplio y confortable Cine Serrano. En el Acteon vi la que creo fue primera incursión de Javier Bardem en Hollywood, con una impresionante interpretación en “Antes que anochezca”. Y en el cine Rex vi, ya casi parece que fue en otra vida, junto a mi amigo Peter Parker un thriller de Al Pacino -de ésta he tenido que buscar el título- se trataba de “Melodía de seducción”.
La última esquela, con la que empezaba este post, es de los Albatros uno de los pocos cines donde se podía ver cine en versión original en la ciudad y en el que se proyectaban películas de canales de distribución menos comerciales. En él recuerdo haber visto esa pequeña joya de los comienzos de Isabel Coixet que es “Cosas que nunca te dije” o mejor dicho “Things I Never Told You”.
Por fortuna nos quedan los Babel, hermano de los Albatros, en el que también se puede ver cine en V.O.S. y donde, debo decirlo, hace ya bastante tiempo que disfrute de “In Search of a Midnight Kiss” (Buscando un beso a medianoche). Tendré que ponerme las pilas, y si el paro me lo permite, contribuir a la existencia de esta sala.
Para terminar este repaso mencionaré el último vestigio de los cines de ayer, El D’Or, cinestudio de reestreno, el cual tengo abandonado pero no olvidado. Esas dobles sesiones de bocata y Coca-Cola con el olor a apolillado que desprendía la sala de butacas no se disipan fácilmente. El día que desaparezca será un verdadero día negro, como ya fue el de su gemelo El Metropol en un, este sí, negrísimo incendio.
En toda esta historia de “cine negro” donde no sobrevive ni el acomodador hay un par de casos curiosos dignos de mención como la del falso renacer de otra sala mítica, la Tyris y el final “catastrófico” del Cine Gran Vía. El primero una vez clausurado reabrió para una secuencia en el rodaje de “La mala educación” de Almodóvar. Es paradójico ver un cine renacer dentro de la ilusión de la pantalla de otro. Lo bueno es que eso de alguna manera lo ha hecho eterno. El segundo es un caso premonitorio y no exento de cierto sarcasmo. Durante meses recuerdo pasar por delante del abandonado Cine Gran Vía y contemplar el cartel que cubría en horizontal todo el voladizo de la entrada, donde como un mal recuerdo de lo acontecido se anunciaba el estreno de la película “Titanic”. ¿Casualidad? No lo sé, pero de ser así está claro que el destino quiso sacarnos una sonrisa al final.
Información adicional:
- Fotografía: "La agonía de las salas de cine"
- Artículo: "Cine sí, pero ¿cómo, cuándo, dónde?"
* Foto principal de Macosa. Extraída del foro Remember Valencia.